El uso de jeroglíficos y fechas de eventos
Una de las formas más comunes de registrar los reinados fue a través de los jeroglíficos. Los faraones eran mencionados dentro de cartuchos, formas ovaladas que contenían su nombre real, y en ellos se incluían las fechas clave de su reinado. Los egipcios registraban los años de su mandato, mencionando eventos importantes, como campañas militares, construcciones de templos y restauraciones religiosas. Por ejemplo, en la tumba de Tutankamón, se inscribieron detalles sobre las restauraciones que hizo al templo de Amón y sobre su retorno al culto tradicional de los dioses egipcios.
Representaciones visuales del tiempo
Además de los textos, los egipcios también usaban representaciones visualmente detalladas de eventos clave. Las paredes de templos y tumbas estaban adornadas con relieves que representaban eventos significativos del reinado de un faraón, como batallas, ceremonias religiosas o victorias. Estas representaciones no solo tenían un valor simbólico y religioso, sino también cronológico, ya que a menudo acompañaban a los textos con la mención de los años de reinado en los que ocurrían.
En el caso de Tutankamón, su reinado se documentaba mediante las restauraciones religiosas y las construcciones que ordenó durante su mandato. Las imágenes en su tumba ilustran el regreso a las costumbres religiosas de Egipto, como el restablecimiento del culto a Amón.
La concepción del tiempo cíclico
Los egipcios creían que el tiempo no era lineal, sino cíclico. El faraón era considerado el mantenedor del orden cósmico y su reinado estaba marcado por la restauración y el equilibrio de las fuerzas divinas. Los jubileos o celebraciones de los aniversarios de un faraón eran momentos clave en los que se celebraba el éxito de su reinado y su renovación del ciclo cósmico.
Este ciclo se reflejaba en las estelas de jubileos y otros monumentos, que registraban los años del reinado y las acciones significativas del faraón, vinculando su gobierno al orden divino de la tierra y el universo.
La representación de la muerte y la deificación
La muerte de un faraón también era un momento crucial en la narración de su historia. Los egipcios creían que el faraón pasaba a ser divinizado tras su muerte y se convertía en una deidad, manteniendo su rol como protector del orden cósmico. En las tumbas y templos, se documentaban escenas del faraón siendo acompañado por los dioses hacia su vida eterna, lo que mostraba la conexión entre el más allá y el mundo terrenal.
En el caso de Tutankamón, las escenas de su tumba y los textos escritos en ella no solo documentan su vida terrenal, sino también su ascensión al más allá, completando el ciclo del reinados y deificación que los egipcios consideraban un paso esencial para cada faraón.