¿Qué opinas sobre este tema? Déjamelo saber en los comentarios."

En un pequeño pueblo al norte de México, en una vieja casona que llevaba años abandonada, surgía la leyenda de un espejo maldito. Decían que reflejaba no solo lo que veías, sino lo que ocultabas en lo más profundo de tu alma. Aquella noche, Eduardo y Carla decidieron explorar la casa con algunos amigos, desafiando los rumores.

—"¿Estás seguro de que es buena idea, Eduardo?" —preguntó Carla, mirando las ventanas rotas de la casa.

—"Son solo cuentos. Además, ¿no querías una experiencia emocionante? Aquí la tienes."

El grupo entró riendo, iluminando el interior con linternas. El aire era denso y el silencio opresivo. Mientras avanzaban, tropezaron con el enorme espejo enmarcado en madera tallada.

—"Es este, ¿no?" —dijo Luis, acercándose al cristal.

—"Sí, el famoso espejo del que todos hablan. Según dicen, si te quedas mirándolo demasiado tiempo, verás algo que no es tu reflejo" —respondió Eduardo con una sonrisa burlona.

Carla sintió un escalofrío al mirar la superficie. Por un instante, creyó ver una sombra moverse detrás de su reflejo.

—"¿Lo viste?" —preguntó en un susurro, retrocediendo.

—"¿Ver qué? No hay nada" —contestó Andrea, otra amiga, mientras encendía una vela.

Sin embargo, Eduardo, retador, se acercó al espejo.

—"Vamos, es solo un espejo. ¿Quién quiere probarlo?"

Luis rió y se paró frente al cristal.

—"¿Qué tengo que hacer?"

—"Solo mírate durante unos minutos. Si ves algo raro, nos avisas" —dijo Eduardo entre risas.

Pasaron unos segundos de silencio absoluto. De repente, Luis dio un paso atrás, pálido.

—"Algo… algo me habló. No sé qué fue, pero escuché mi nombre."

—"¡No inventes!" —exclamó Carla, mientras los demás se miraban con nerviosismo.

—"No estoy bromeando. Era mi voz, pero… distorsionada."

Eduardo tomó el desafío y se paró frente al espejo, desafiándolo con una sonrisa.

—"¿Qué? ¿Un espejo va a asustarnos?"

El silencio se volvió abrumador. De pronto, Eduardo gritó y cayó al suelo.

—"¡Vi a alguien detrás de mí! ¡Estaba en el espejo, pero no aquí!"

Carla corrió a ayudarlo, pero el reflejo en el espejo no mostraba solo a los amigos. Una figura oscura, deforme y sin rostro, los observaba desde el cristal.

—"¡Tenemos que irnos!" —gritó Andrea, pero la puerta se cerró de golpe.

La sombra en el espejo comenzó a moverse, acercándose cada vez más a sus reflejos. Eduardo, temblando, murmuró:

—"No quiere que nos vayamos. ¡Nos está atrapando aquí!"

Luis comenzó a golpear el marco del espejo, tratando de romperlo.

—"¡Ayúdenme! Si rompemos esto, tal vez podamos salir."

Pero justo cuando el cristal se quebró, un grito gutural resonó por toda la casa. Carla sintió un frío helado recorrer su espalda y, al mirar al espejo roto, vio que su reflejo no se movía.

Al día siguiente, encontraron la casa vacía. Ninguno de los cinco amigos volvió a ser visto, pero las voces de susurros y risas distorsionadas seguían resonando en los alrededores.

Desde entonces, quienes se atreven a entrar afirman que el espejo aún está allí, reflejando a los que no pudieron escapar